En la era de la tecnología digital, los niños y adolescentes son conocidos como nativos digitales por excelencia. Estos jóvenes crecen inmersos en un mundo donde los dispositivos electrónicos, las redes sociales y las plataformas en línea son parte integral de su día a día desde una edad temprana.
Sin embargo, esta inmersión en la tecnología plantea tanto oportunidades como desafíos únicos para su desarrollo y bienestar.
Para los nativos digitales, la tecnología no es simplemente una herramienta, sino un entorno natural en el que viven, aprenden y se relacionan. Desde la primera infancia, interactúan con dispositivos digitales, descubren aplicaciones educativas y se comunican a través de mensajes de texto y redes sociales.
Esta familiaridad con la tecnología les otorga habilidades digitales avanzadas y una comprensión intuitiva de los medios digitales que supera a la de muchas generaciones anteriores.
La tecnología ofrece a los nativos digitales una amplia gama de oportunidades de aprendizaje y expresión creativa. A través de plataformas educativas en línea, pueden acceder a recursos educativos interactivos y participar en experiencias de aprendizaje personalizadas.
Sin embargo, esta conectividad digital también plantea desafíos en términos de seguridad en línea y bienestar emocional, especialmente cuando los jóvenes están expuestos a riesgos como el ciberacoso y la adicción a la pantalla.
A medida que los nativos digitales menores de edad exploran el mundo en línea, es crucial que cuenten con orientación y supervisión adecuadas para garantizar su seguridad y bienestar.
Los padres, educadores y responsables de políticas deben trabajar juntos para proporcionar educación sobre seguridad en línea, establecer límites de tiempo de pantalla con los controles parentales y promover un uso saludable de la tecnología.
Además, es importante que las empresas de tecnología asuman la responsabilidad de diseñar productos y servicios que protejan la privacidad y la seguridad de los niños y adolescentes en línea.
Recientemente ha saltado la noticia en Francia, de que el presidente Macron planea implementar medidas para regular el acceso de los menores a la tecnología. Estas acciones, parten de un conjunto de recomendaciones que buscan enfrentar los efectos negativos del uso excesivo de dispositivos electrónicos en la salud y el bienestar de los jóvenes.
Entre las propuestas más destacadas se incluye la prohibición del uso de pantallas para menores de tres años. Esta medida, respaldada por evidencia científica que muestra los riesgos para el desarrollo cognitivo de los niños pequeños, tiene como objetivo proteger su salud y fomentar un ambiente más propicio para su crecimiento y aprendizaje.
Además, Macron propone que los menores no tengan acceso a teléfonos móviles hasta los 11 años, y una vez que alcancen esta edad, los dispositivos estarán restringidos para no permitir el acceso a Internet. Esta restricción se basa en la preocupación por el acceso no supervisado a contenidos inapropiados y la dependencia tecnológica a una edad temprana.
A partir de los 13 años, se permitiría a los jóvenes tener un smartphone, pero con la condición de que no tengan acceso a redes sociales. Esta medida busca mitigar los riesgos asociados con el acoso cibernético, la adicción a las redes sociales y la exposición a contenidos perjudiciales.
Finalmente, a los 15 años, se les permitiría a los adolescentes acceder a «redes éticas» diseñadas específicamente para promover interacciones en línea seguras y saludables. Estas redes, supervisadas y reguladas por las autoridades pertinentes, ofrecerían un entorno digital más seguro para los jóvenes, al tiempo que promoverían valores como el respeto, la empatía y la responsabilidad en línea.
Si bien estas medidas han generado cierta controversia sobre la libertad personal y el papel de los padres en la educación de sus hijos, Macron ha destacado la importancia de proteger el bienestar de los menores en un mundo cada vez más digitalizado.
Se espera que estas propuestas sean objeto de un intenso debate antes de su implementación, aunque ciertamente es el inicio de algo revolucionario.
Aunque puedan parecer medidas muy extremas, estas propuestas son un paso relevante para la regulación de la tecnología y su uso por parte de los menores, deberíamos plantearnos si algo parecido podría ser implementado en nuestro país.
No me cabe la menor duda de que esto será un punto importante de discusión entre los que están a favor y en contra, no solo en Francia, sino en el resto del mundo, lo difícil es dar el primer paso, pero si al final se implementan y son medidas que funcionan, seguramente muchos países se plantearán llevar a cabo medidas similares.